Una de las comidas más comunes e interesantes de la gastronomía árabe es el cuscús. Tal vez para muchos es algo que no dice nada pero cuando se suma a alguna preparación le da otra impronta y por eso se cuenta entre mis ingredientes favoritos.  El cuscús se elabora a base de sémola de trigo, son pequeños granos que se agrandan un poco al ser cocinados pero que de todas formas son milimétricos. Es la parte dura del grano que no se termina de moler y hacer harina. Se cocina en una cuscusera y puede agregarse a estofados, ensaladas y carnes. Es tan popular en ciertos países árabes como el arroz blanco lo es en China.

¿Pero qué aporta a nuestro organismo? Al cocinarlo pierde bastante de su contenido nutritivo, en especial la fibra y las vitaminas, pero conserva muchos hidratos de carbono pues tiene almidón. Por eso es un alimento muy energético e ideal para quienes realizan mucha actividad física. Tiene también vitamina B1, muchas proteínas (aunque no son tan completas como las del huevo o la soja), poca grasa (y la que tiene es de ácido linoleico), vitamina E antioxidante, pequeñas dosis de potasio, hierro, cinc y potasio, algo de fósforo y magnesio.

Para mí el cuscús es el mejor amigo de las verduras, sirve para rellenar calabacines, condimentar ensaladas, rellenar canelones y pasteles o acompañar carne de pollo y cordero. ¿Ya lo probaste?