Los médicos recomiendan controlar el consumo de sal pues una gran cantidad puede tener como consecuencia problemas en la salud. Es difícil pues uno está acostumbrado a salar sin pensar en cuánto sodio está volcando en las preparaciones pero si somos jóvenes estamos a tiempo de modificar para bien ciertos hábitos que nos brindarán una vida más saludable. No importa si tenemos o no presión alta consumir menos sal o comer directamente sin ella es bueno.

Comer sin sal es algo imposible no porque no podamos sino porque hay muchas comidas industriales que tienen sal integrada, postres, galletas, bebidas, sopas instantáneas, embutidos, enlatados y demás. Por eso siempre digo que debemos controlar aquella cantidad de sal que si está en nuestras manos. ¿Cómo? No es difícil pues en el mercado hay buenos sustitutos de la sal. Puedes empezar por usar sal ligh con un 66% menos de sodio, por ejemplo, disponible en supermercados y en general pertenciente a las grandes marcas de sal o sino puedes cruzar la calle definitivamente y optar por el sustituto: la llamadas no-sal a con sabor a ajo, a pimienta o con sabor neutro.

Lamentablemente estas opciones saludables no vienen en tamaños grandes o en variedades (sal gruesa, entrefina y fina), así que yo he optado por comprar la sal fina light para salar el agua de las pastas, por ejemplo, y la sal sin sodio para todo lo demás. En este caso elijo la sal con sabor a ajo, no tiene un sabor fuerte y es mas sabrosa que la sal neutra. Más allá de esto sabor le puedes agregar condimentando con mas especias, con zumo de limón, vinagres o cocinando al vapor para conservar mejor los sabores.