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Si bien los problemas circulatorios suelen tener una predisposición genética lo cierto es que sus síntomas pueden agravarse debido a una vida y una dieta poco sanas: pocas vitaminas, pocos ejercicios, tabaco, sobrepeso o un trabajo sedentario influyen en la mala circulación cuyos síntomas mas frecuentes son: manos y pies fríos, piernas hinchadas, varices, aletargamiento y calambres nocturnos.

Si nuestra dieta no es balanceada y comemos sin preocuparnos de nada, entonces nuestros problemas circulatorios no se solucionarán nunca. Lo cierto es que muchos alimentos tienen grasas saturadas que aumentan los trigliceridos y el colesterol aumentando a su vez la densidad de la sangre y haciendo que circule con dificultad. E resultado es la larga lista de síntomas molestos que se agravan por temporada.

¿Y cómo podemos ayudar a mejorar esta circulación? Pues reduciendo la sal y los alimentos que la contienen en cantidad (aceitunas, quesos curados, embutidos) y los que tienen grasas saturas por otro lado (nata, mantequilla, repostería industrial). Lo que debemos incorporar a nuestra dieta es la grasa polisaturada (aceites de semilla, frutos secos, pescado azul), potasio (hortalizas plátanos, tomates, legumbres) y mucha fibra.

Y por último si tienes problemas circulatorios hay que aumentar el consumo de líquidos así que empieza a beber mucha agua o zumos de frutas y caldo. Digamos que si este verano no queremos sentirnos un elefante es necesario que modifiquemos nuestra dieta y le sumemos muchos vegetales y mucha agua. Es una alimentación sencilla y barata.