Jengibre

Puedo jurar que mi abuela no sabía hasta hace poco qué era el jengibre. Y me arriesgo a decir que mi madre lo conoce también hace muy poco tiempo. La palabra, en mi infancia, directamente, nunca existió. Antes, el mundo era un sitio con distancias mucho más largas y esas distancias también se reflejaba en la cocina.

Hoy hay quienes piensan este mundo como una gran aldea. Tal vez, lo cierto es que con Internet y las migraciones constantes los sabores y aromas de todos los continentes conviven cada vez en las grandes ciudades, en restaurantes primero y en las casas de la gente común después. Un  buen ejemplo de esta “trasnacionalización” gastronómica es el jengibre.

El jengibre se cultiva originalmente en el sudeste asiático. La raíz de jengibre se puede cocinar, picar, rallar y demás. En la cocina es un clásico, pero también lo es en la coctelería. Suave o picante se lo utiliza todo el año y además de sabroso tiene muchas propiedades beneficiosas para el organismo.

Consejos para tratar con el jengibre

  • Cómo elegirlo: está disponible todo el año. Debe estar firme. Si la raíz es pequeña y pesada entonces tiene más aroma. Evita las raíces livianas o que estén muy arrugadas.
  • Cómo guardarlo: siempre debe estar en frío y solo pelas la parte que vas a usar. Una vez que haces el corte debes lavar la raíz y volver a almacenarla en una bolsa plástica. Los cortes deben ser perpendiculares.
  • Cómo cocinarlo: puedes hacerlo frito con otros vegetales, puedes hacer un té de jengibre, usarlo como saborizante en galletas y budines, hacer cerveza o sopa.