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En mi cocina suelo tener un par de botellas de vino solo para cocinar. Un vino blanco y un vino tinto, y la verdad es que cuando los uso el sabor de mis platos cambia radicalmente. No son vinos baratos, ya he caído en ese error y no es lo mismo cocinar con un vino de calidad que con uno muy malo.

El vino tiene propiedades y aporta sabor pero además es un buen reemplazando de la grasa a la hora de saltear verduras. Podemos suplantar la mantequilla o el aceite con vino o combinar apenas un poco de lo primero y mucho de los segundo. Si no queremos que se evapore por completo lo mejor es usar un poco de papel de aluminio para retener los líquidos. También podemos usar vino para “levantar” los sabores de una sartén o de una fuente de horno donde previamente se ha cocinado otra cosa.

¿Pero qué tipo de vino va con qué tipo de comida? La primera elección es vino blanco o vino tinto. El vino blanco va de la mano de los pescados y mariscos y las frutas como los cítricos o la manzana o la pera. Ahí debemos optar si debe ser dulce o seco, con menos azúcar y mas alcohol. El vino tinto, por su parte, es mejor con las carnes rojas y con las frutas rojas. Por otra parte, si la cocción es larga siempre es mejor utilizar un vino con mucho cuerpo y de muy buena calidad.

¿Pero el vino no aporta calorías? Yo no soy una fanática contando calorías, no me parece sano, pero te cuento que si bien el vino conserva buena parte del alcohol pasado el tiempo de ebullición cuanto más larga sea la cocción ese porcentaje disminuye y lo que va a parar al plato no es significativo.