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Hemos oído muchas veces que es bueno comer sin sal. Es cierto, en parte, después de todo nuestro cuerpo necesita sal si funciona bien y no tenemos problemas de presión alta, por ejemplo. El problema es que la sal común es industrial y está refinada, por lo cual sería una buena idea utilizar sal que no tenga procesamiento alguno.

Sí, es díficil dar con este tipo de sal. Además, no es la sal que se utiliza en la preparación industrial de los alimentos, por eso suele ser mejor no salar mucho, utilizar sucedáneos de la sal o sal baja en sodio. O usar sal del Himalaya, esa es otra opción sana. ¿Qué es la sal del Himalaya? Proviene de una rocas salina oriunda de Pakistán, de las minas de Khewra, la segunda mina de sal más grande del planeta, a unos 300 kilómetros de la alta cordillera.

La sal del Himalaya es una sal no refinada, contiene el espectro completo de minerales y nutrientes que necesita el cuerpo. Son 84 minerales y hay indicios de otros. No está refinada, no está procesada y se extrae a mano de minas que llevan 250 millones de años en la Tierra. Se forma a presiones tectónicas tremendas y no está expuesta a ninguan toxina o impurezas.

El color de la sal del Himalaya es algo rosado y ese color demuestra precisamente todas sus cualidades y su especial estructura celular. Los cristales minerales son muy pequeños y entonces las células del cuerpo los absorven con rápidez y fácimente. Entre los beneficios de la sal del Himalya podemos decir que mantiene el pH bien balanceado, regula los niveles de agua en el cuerpo, mejora la salud cardiovascular, reduce los calambres, refuerza los huesos, ayuda al hígado y promueve el buen sueño.

La sal común será nívea y brillante, pero recordemos que eso es producto de un proceso artificial que la hace más durarera. La Sal del Himalaya es salvaje, rosada, pura y sí, más saludable.