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¿Escuchaste hablar de los “venenos blancos” de la alimentación? Entre la gente que sigue dietas libres de harinas y demás alimentos industriales es un tema que se repite. Comer harina, sal, azúcar, arroz y leche pasteurizada hace mal. ¿Mito o realidad?

Ni mito, ni realidad, a mi entender tiene que ver más con exageración. En principio, el color no tiene nada que ver y remite más a la idea de que estos alimentos han pasado por un intenso proceso de industrialización y que eso es lo que los ha convertido en veneno, anulando sus propiedades saludables. Es decir, la refinación de la harina, el azúcar, el arroz y la sal no aportan nutrientes y al revés, están en el origen de muchas enfermedades típicas del siglo XX como la diabetes, la hipertensión, la obesidad y enfermedades de degeneración cognitiva.

El tema es extenso así que lo iremos tratando en varios posts, pero para empezar podemos hablar de la amiga/enemiga de la mesa: la sal.

A la sal refinada se le critica precisamente este proceso (lavado, secado y triturado), la refinación, y el hecho de que contenga yodo y flúor de manera artificial y en cantidades no naturales en la sal pura. Es cierto que los alimentos procesados contienen mucha sal, basta leer las etiquetas, pero que la sal natural contenga más minerales no significa que su cantidad sea significativa nutricionalmente hablando.

Además, la sal yodada se recomienda en niños y embarazadas y originalmente el flúor se agregó a la sal como manera de prevenir la salud de los dientes. Yo creo que los problemas de la sal tienen que ver con la cantidad más que con el tipo de sal que consumamos y cuando uno investiga un poco no hay estudios concluyentes sino más bien, entredichos entre una y otra postura. No se recomienda consumir más de 5 miligramos de sal por día así que lee bien las etiquetas de los alimentos porque mientras la industria no deje de salar la comida el control está en nuestras manos.