fibras

Nuestra vida urbana nos ata a las sillas y por eso cada vez más tenemos hábitos sedentarios. Sumado a eso la comida es industrial en la mayoría de los casos, aún cuando uno hace esfuerzos para cocinar en casa y encontrar recetas lo más saludables posibles (aunque de tanto en tanto incluso aquí en el blog proponemos recetas más calóricas, pues mi idea es que en la vida hay que disfrutar un poco de todo). Tampoco hay que volverse fundamentalista de la comida.

Este año tuve varios episodios de hemorroides, por algunas situaciones de estrés, y después de investigar en la web opté por ir directamente a la palabra autorizada y visité un médico: ejercicio, paz mental y una dieta rica en fibras para colaborar con el intestino en su tarea tan noble. Y entonces compré algo de fibra en el supermercado y cada mañana me preparo un bowl de yogur, fibras y alguna fruta. Me deja satisfecha por horas.

Es que las fibras son hidratos de carbono que nuestro cuerpo no asimila ni metaboliza y entonces las elimina y en ese proceso limpia el organismo e incentiva a la flora intestinal. Si bien nuestro cuerpo sí metaboliza otros hidratos de carbono las fibras no tienen esta suerte y aunque llegan indemne al final del proceso digestivo, es allí donde cumplen su labor a la perfección: hacen que las heces sean consistentes y hacen que la absorción de glucosa, ácidos biliares y colesterol sea allí mucho menor.

  • Hay fibras insolubles, es decir que no pueden retener agua, y son las mejores pues son las que limpian el intestino de toxinas y nos hacen ir muy bien de cuerpo. Las encontramos en el salvado de trigo, el cereal entero, semillas de lino, cereales y verduras.
  • También hay fibras solubles que sí retienen agua y generan gases. Las encontramos en el mijo, el arroz integral, la quinoa, frutas y legumbres, pero son muy buenas para la diabetes y el colesterol ya que hace que la absorción de azúcares y grasas sea lenta.